En la batalla de Aduatuca, en octubre de 54 a. C., cuando una legión romana se introdujo en una espeso bosque guiada por aliados celtas, tuvo lugar una emboscada en la que casi todos los romanos murieron. La tribu gala que los emboscó fue la de los eburones, siendo considerada la mayor derrota romana en la Guerra de las Galias. Se dice César prometió no afeitarse ni lavarse hasta que su tropas fueran vengadas.
Consecuencias
Tras esta derrota romana se sucedieron rebeliones tribales en toda la Galia, aunque no eran movimientos coordinados sino que de cada tribu por su cuenta. La rebelión en la Bélgica fue la más importante, a los eburones se les unieron los nervis, aduatucos (sobrevivientes a la campaña del 57 a. C.) y treveros.
Los galos pusieron sitio a las tropas romanas que aún quedaban en la región, sitiando el campamento romano de Cicerón en Namur, pero César que llegó desede el oeste puso fin al asedio.
Se dice que dio avisó de su llegada a los sitiados mandando a un jinete lanzar una flecha desde un camino cercano al campamento, con un mensaje sobre su llegada. Labieno fue sitiado en su campamento en tierra trevira, pero resistió el asedio y dispersó a los atacantes.
Las tropas romanas pasaron los años 54 y 53 a. C. sometiendo las rebeliones:
* Julio César marcho con tropas al centro de la región de la Galia.
* Publio Craso fue al sur a Aquitania.
* Tito Labieno fue al norte, a la Galia Bélgica, siendo el encargado del castigo a los eburones; para ello atrajo a los eburones a una batalla campal en un terreno boscoso de difícil retirada, tras lo cual salieron tropas de los bosques flanqueando a los galos, que fueron masacrados. Al igual que los galos hicieron a su legión, no se tomaron prisioneros. La tribu fue aniquilada, incluyendo mujeres, niños y ancianos. Solo unos pocos escaparon a Cantabria o fueron esclavizados.
