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De Wikipedia, la enciclopedia libre

 
 

Avárico (en latín, Avaricum) era un oppidum de la antigua Galia, junto al río Yévre, cerca de lo que hoy es la ciudad de Bourges. Avárico, situado en la tierra de los bituriges, era la ciudad más grande y mejor fortificada dentro de su territorio, situada en tierras muy fértiles. El terreno favorecía al oppidum, puesto que lo flanqueba un río y pantanos, con sólo una entrada muy estrecha. Su población era de 40.000 a 120.000 personas, según la fuente.

Sitio de Avárico

Se conoce como asedio de Avárico (Avaricum) al sitio y posterior saqueo de esa fortaleza gala por parte de las legiones romanas.

Parte de la Guerra de las Galias  
  El sitio de Avárico.  
 
Fecha 52 a. C.
Lugar Galia
Resultado

Victoria romana

 
  Beligerantes  
 
República romana Bituriges,
Arvernos
 
  Comandantes  
 
Cayo Julio César Vercingétorix
 
  Fuerzas en combate  
 
30.000- 40.000 40.000 civiles y 10.000 guerreros.
 
  Bajas  
 
desconocidas solo 800 sobrevivientes
 
 

Julio César, después de una serie de victorias en Velonoduno, Cénabo y Novioduno, había llegado a Avárico en el invierno del 52 a. C., pretendiendo denegar su grano y hierro a los rebeldes galos. Vercingétorix, consciente de que ya lo habían derrotado tres veces, decidió cambiar de táctica. Convocó a un consejo a las tribus rebeldes contra Roma, y los convenció para que adoptaran la estrategia fabiana, sin ofrecer nunca batalla a las tropas de César, y denegándoles todas las provisiones. Todas las ciudades dentro del radio de las partidas de forrajeo de César fueron destruidas, la tierra quedó desnuda, y todo el grano se alejó o se quemó, en una táctica de tierra quemada. Sin embargo, Avárico no padeció este destino porque los bituriges indicaron que la ciudad era imposible que la tomasen, y Vercingétorix estuvo conforme con hacer una excepción de esta ciudad.

En la confrontación participaron seis legiones romanas de Julio César (entre 30.000 y 40.000 hombres). Entre los galos, se calculan 40.000 civiles y 10.000 guerreros. Cuando César apareció a las puertas de Avárico, Vercingétorix movió su ejército a una distancia de quince millas a las afueras de la ciudad, perfectamente situada de manera que César no pudiera marcharse sin una batalla, ni podía forrajear con libertad. Para añadir más problemas, los aliados de César, los heduos y los boyos fueron incapaces de darles provisiones, los primeros porque discretamente se habían unido a Vercingétorix en su rebelión, los segundos porque simplemente no tenían comida que les sobrara. La escasez de grano era tan aguda que los hombres comieron carne, a pesar del hecho de que realmente no lo disfrutaban. César personalmente hizo las rondas entre sus hombres, diciéndoles que si la escasez de comida era excesiva, él alzaría el sitio y se rendiría. Sus soldados protestaron, rechazando poner fin a asedio en desgracia cuando ellos aún tenían que vengar a los romanos asesinados por los galos.

Contentado con esto, César diseñó y comenzó a construir un impresionante aparato de asedio. Comenzando desde un terreno alto, construyó una especie de terraza de asedio. Se hicieron dos muros que flanqueaban, junto con dos torres para ser adelantadas. Se construyó otro muro entre los muros laterales para conectarlos y abrir el frente para la batalla.

Conforme continuaba la construcción de la terraza de asedio de César, Vercingétorix trasladó su caballería a un campamento más cercano al de César, intentando hacer caer a las tropas de forrajeo de César en emboscadas. Habiendo descubierto esto, César contó, marchando en el silencio de la noche y amenazando al campamento principal de Vercingétorix. Esto hizo que Vercingétorix se retirara a su campo principal, dándose prisa en ir en su ayuda. Logró su pretensión, y César se retiró.

 
  Después de veinticinco días de intenso trabajo de construcción, y luchando con las racias galas y los intentos de establecer toda la terraza de asedio en fuego, el aparato de César estaba completado.  
  Modelo del asedio de Avárico.  
 

César ordenó que avanzaran las torres, y debido en gran medida a su buena suerte, estalló una fuerte tormenta, haciendo que los centinelas galos tuvieran que refugiarse antes que permanecer. Aprovechándose de esta falta de disciplina, César a hurtadillas movió sus soldados hacia las torres y el muro, y lanzó un ataque brutal. Las murallas cayeron rápidamente, y los galos supervivientes se retiraron hacia el centro de la ciudad, creando una formación en cuña, determinados a luchar hasta el final. Sin embargo, ningún legionario romano bajó de las murallas, simplemente se quedaron allí cómodamente, mirando a los galos. Cundió el pánico entre los defensores galos, y todos ellos huyeron por todos los lugares por los que creían que podían escapar.

Esta victoria romana constituyó un fracaso en la táctica de tierra arrasada utilizada por Vercingétorix. Las legiones de César no tenían intención de ser benévolos con los 40.000 galos de Avárico, especialmente después de 25 días de raciones cortas y gran frustración. Según cuenta el propio César, de los cuarenta mil habitantes de la ciudad sobrevivieron sólo ochocientos, que consiguieron escapar a la masacre que siguió. Después de alimentar a sus hombres y que pudieran descansar en Avárico, hasta comienzos de junio, César se trasladó hacia Gergovia, determinado a atraer a Vercingétorix a batalla en campaña que con el tiempo culminaría en la batalla de Alesia.

 

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